Por Agustina Leiva
Llega diciembre, se acaba el año y trae consigo el pan dulce, las 12 pasas de uvas, la sidra, el turrón y tantas otras comidas típicas para las épocas festivas. Es el momento del año por preferencia para encontrarse con nuestros seres queridos para cerrar el año y empezar uno nuevo. Cada familia tiene su tradición: algunos se enfocan en el color de vestimentas, otros sobre la cantidad de velas en la mesa. “Es el momento del año donde la cantidad de comida en la mesa de los argentinos es proporcional a la mesa de mis abuelos en la Toscana”, dijo una estudiante de intercambio italiana que vivió su experiencia argentina. De todas formas, según el lugar del mundo en donde uno se encuentre los festejos serán diferentes.
Mientras el verano nos obliga a resguardarnos del intenso calor, Escocia comienza a festejar la Noche Vieja en una celebración que dura tres días y que empieza el 31 de diciembre con rituales que incluyen antorchas con llamas de fuego para ahuyentar el arduo frío. Lejos de parecer algo simple, el fuego es utilizado como símbolo para alejar los malos espíritus del año y renovar energías para el nuevo año que comienza. Por supuesto, el infaltable whisky acompañará el momento, siendo una bebida ideal para esas épocas invernales y combatir el frío. Así como acostumbramos a escuchar música en las calles para festejar las fiestas una vez que el reloj marca las 12, los escoceses se ponen sus trajes tradicionales para bailar una danza tradicional llamada Céilidh. Además, según la tradición escosesa, es muy importante la primera personas que cruza el umbral y visita el hogar luego de las 12 campanadas, ya que si es un hombre morocho y apuesto representará que el año entrante sea próspero y cargado de buena suerte.
Si miramos para Asia, nos encontramos que la cultura japonesa celebra el fin de año con un significado particular. El 31 de diciembre se llena de importancia y se transforma en un momento para realizar una limpieza total, sobre todo en el hogar donde habitan. Esto representa una actividad espiritual que se hace en familia y es ahí donde podemos apreciar la relevancia de lo puro y lo limpio que es santificado en la filosofía japonesa más conocida como sintoísmo. La comida tradicional que acompaña esa noche es la soba, una clase de fideos de trigo sarraceno muy utilizado en la cocina japonesa. Sin embargo, no todo es comida ese día. Los pequeños reciben la mejor parte ya que la costumbre del otoshidama se da en este momento del año. Consiste en la entrega de una cierta cantidad de dinero dentro de un sobre diseñado para la ocasión. Cuánto dinero recibirán dependerá de la edad del joven o la relación de parentesco; cuanto más cercana sea la relación, más será el dinero que reciban. Más allá de todos esto, el Año Nuevo no comenzará hasta escuchar el famoso ritual de 108 repiques de las campanas de los templos que representan los 108 deseos terrenales que hay que evitar.
Ahora nos trasladamos Islandia, país que se popularizó en el Mundial de Futbol ya que su equipo nacional fue la primera vez que llegó a una competencia de semejante categoría. Uma, estudiante de intercambio, nos contó que durante su experiencia en Brasil identificó que más allá de las diferencias climáticas, ambos países festejan el inicio del nuevo año con un espectáculo de fuegos artificiales. Mientras que en el país sudamericano ella se preparaba con su atuendo blanco para festejar toda la noche al ritmo de la música brasileña, sus familiares en Islandia se reunían para realizar la clásica fogata pública en donde se queman cosas viejas y se da apertura a nuevas oportunidades y poder continuar con los festejos en los bares.
Por último, Tailandia, país del sudeste asiático que se destaca por sus paisajes y atractivo turístico, vive el 31 de diciembre como un día más. Esto sucede ya que además de tener un significado festivo y religioso, el año nuevo tal como lo conocemos nosotros, es festejado por esta cultura en el mes de abril.